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INSTITUTO DE LOS ANDES

LA JOVEN DE LA PERLA

¿Sabías que La joven de la perla pudo haber sido la propia hija de Vermeer?

La vida de Vermeer, al igual que sucede con muchos otros pintores de la época, está llena de lagunas e hipótesis. Apenas pintaba lo suficiente al año como para alimentar a sus numerosos hijos y mucho se ha especulado acerca de sus otras actividades comerciales. Murió pobre y desalentado, y su memoria caerá en el olvido hasta que sea redescubierto a mediados del s.XIX. Sin embargo, de todos los enigmas que rodean su vida, ninguno como el generado por este especial cuadro.


Un pintor con problemas

A pesar de contraer matrimonio con una mujer de posición acomodada, Vermeer conoció apuros económicos a lo largo de su vida. Se sabe con certeza que el maestro holandés no pudo haberse ganado la vida pintando, si se tiene en cuenta, artísticamente hablando, lo poco prolífico que era, debido seguramente a lo depurado de su técnica. Finalmente la crisis generada por la guerra con Francia e Inglaterra terminará de socavar la economía familiar, consumida además por una venta cada vez menor de obras y las deudas acumuladas.

Una modelo enigmática

Conocida como la "Gioconda del norte" por lo misterioso de su identidad, la propia composición y ejecución del lienzo incitan a la imaginación, al igual que sucede con la Mona Lisa original. La extraña postura de tres cuartos en la que se encuentra, junto con una depurada concepción y la propia actitud y semblante de la muchacha contribuyen a insinuar una fuerte intimidad con el pintor que la retrató, algo habitual por otra parte en Vermeer.

 
La luz es la clave

Parte de lo metódico y exacto de la técnica de Vermeer ha sugerido la idea de que pudo haber empleado para sus cuadros la cámara oscura. Algo que no quita para que fuera un auténtico maestro en el tratamiento de la luz, consiguiendo envolver todas sus obras de un intimismo tan presente que hoy día uno puede permanecer por unos momentos en el interior de una estancia holandesa del s.XVII. Vermeer convierte en realidad la propia realidad, pero no sólo de los interiores, fundamentalmente de las personas retratadas. Y esto, por encima de todo lo demás, es lo que provoca la sensación contradictoria de ser espectadores y excluidos de parte de una historia. artelista.com

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