PATRIMONIO CULTURAL DEL PERÚ
Instituto de los Andes - Panel: Turismo - Cultura
Por: Àngels Masó. Lima, 11 sep (EFE).- Perú, considerada la capital arqueológica de Sudamérica, se debate entre la euforia que provocan los continuos hallazgos de tesoros y la desazón por los constantes saqueos a su patrimonio.
Cuna de algunas de las civilizaciones más fascinantes del mundo, el país andino posee una basta riqueza arqueológica, fruto de su pasado incaico, pero también de las decenas de culturas anteriores que poblaron su territorio y de la posterior era hispánica.
La perfección de los trabajos precolombinos, que dejaron señas del más avanzado conocimiento de la naturaleza, la arquitectura, la cerámica o el arte textil, figura entre los mayores atractivos del país, a la vez que supone un gran reto de conservación.
Y es que centenares de objetos de valor, a menudo escondidos por mantos de tierra en las "huacas" o templos ceremoniales, han sido expoliados durante años por nativos o avispados extranjeros que venden el patrimonio nacional en el codicioso mercado del arte.
El caso más célebre es el que rodea al descubrimiento de la ciudadela inca de Machu Picchu, por el estadounidense Hiram Bingham, quien en 1912 se llevó en calidad de préstamo 5.000 piezas, hoy en manos de la Universidad de Yale y que el Estado peruano aún busca su repatriación.
El saqueo afecta a otras zonas turísticas, donde a menudo conviven paradójicamente la máxima comercialización de algunos recursos con el injustificable olvido de otros.
La localidad de Nazca, sede las enigmáticas líneas que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994, es un claro ejemplo, al acoger cerca de los míticos geoglifos la ciudadela de Cahuachi, habitada entre los 400 años antes de Cristo y los 400 de la nueva era.
Considerada una de las construcciones de adobe más extensas del mundo, comparable a Chan Chan (norte de Perú), Cahuachi ha sido saqueada varias veces y, aunque su extensión supera los 24 kilómetros cuadrados, una sola persona vela por su seguridad.
Otro de los tesoros de Perú, la momia del rey mochica que vivió hace 1.700 años en el norte del país y conocida como Señor de Sipán, ha sido también víctima de profanaciones.
El arqueólogo Walter Alva, descubridor de este valioso hallazgo que ha sido catalogado como uno de los más importantes del siglo XX, recordó a Efe que tras las primeras excavaciones en la denominada Huaca Rajada dormía con un arma para ahuyentar a los profanadores.
En las regiones andinas, donde se concentra el exquisito arte colonial que combina influencias europeas con toques indígenas, es habitual toparse con iglesias o catedrales saqueadas.
Según el responsable de patrimonio de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) en Perú, Juan de la Serna, los lienzos son las piezas que más se sustraen, seguidas de los retablos y pequeñas esculturas.
De la Serna explicó a Efe que estos hurtos son perpetrados cada vez más por integrantes de mafias organizadas que lo introducen al mercado internacional a través de Bolivia.
La triste historia del saqueo en Perú tiene uno de sus últimos capítulos en la subasta realizada por Christie's de un conjunto de piezas precolombinas, vendidas en mayo pasado en Nueva York por 45.600 dólares.
El esparcimiento del patrimonio peruano por el mundo ha disparado las alarmas y los esfuerzos por frenar el tráfico ilícito, liderados desde las más altas autoridades, empiezan a dar frutos.
En junio pasado, Estados Unidos entregó al Gobierno peruano 412 piezas precolombinas y en paralelo se han iniciado 184 procesos legales en 12 países.
Además, el Gobierno está elaborando una lista de bienes protegidos, auspiciada por la Unesco, que será la primera de este tipo en el continente latinoamericano.
Mientras las autoridades se afanan en recordar que la expoliación del patrimonio está sancionada con penas de hasta ocho años de prisión, los peruanos presencian con resignación la lamentable pérdida de una parte de su herencia histórica.
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