El arte responde a ciclos pendulares, de extremos, donde una corriente por lo general sustituye a otra opuesta por completo. Y, en esta época de adopción artística de cualquier corriente previa, poco a poco va abriéndose paso a paso la influencia de una forma de hacer que marcó la cultura durante años y que hoy día la moda, el cine y la televisión han recuperado para los más nostálgicos: los años 80. Tan sólo hay que acercarse a galerías y retrospectivas de museos para comprobar que son informalistas y artistas pop quienes copan buena parte de un recuerdo plagado de grandes nombres.
Aquellos maravillosos años...
Los 80 asistirán al apogeo de Warhol y a su conversión en icono, a la difusión de nombres como el Equipo Crónica o Tàpies en España; de todo un sistema informalista -entendido como un conjunto- que supondrá la "culminación" histórica de la ambigüedad de la experimentación abstracta, de la no-lógica y del objeto de arte como un elemento pensado para generar una reflexión sobre sí mismo. Es el momento de las postvanguardias, cuando el neodadaísmo y la provocación en el arte causen furor. Un periodo de la Historia del arte donde el carácter de acción (la ejecución antes que la obra en sí misma) prime, abarcando a todas aquellas corrientes gestadas al calor de la experimentación y la búsqueda, fuertemente arraigadas en la sociedad de consumo.
A vueltas con el "revival" Y, en arte, las tendencias, como en la moda, son precarias: todo movimiento pasado está condenado a ser repetido a través de la lente de la reinterpretación para, después, ser abandonado de nuevo. Así, en la actualidad, y tras recuperar en los últimos años la asunción de nuestra conciencia egoísta de pirámide capitalista, el mercado del arte ha vuelto a llenarse de obras donde es la materia la que prima, la que domina la obra: la gestualidad, la energía, son preponderantes, junto con un cierto aire naïf -engañoso siempre- que no puede evitar recordarnos al arte popular. Y es que el revival ochentero iniciado por el márketing ha acabado alcanzando al mundo del arte, quizá sin intención y sólo como causa última de una tendencia que se venía respirando en los últimos años y que, ahora, se ha concretado en un estilo muy particular. Atrás quedaron los tiempos de vanguardias neoplásticas y pintura-pinturas y vuelve a hacer furor un tipo de arte que obtiene sus temas de la sociedad de masas y sus formas de medios de expresión que perfectamente podrían entroncar con el cómic. Y si alguien no está de acuerdo tan sólo ha de echar la vuelta atrás y comparar a Warhol y sus latas de sopa Campbell con Hirst y las famosas y recientemente carísimas Lullaby Spring y For the love of God, o con las peculiares piezas -puppies y demás- de Jeff Koons; recordar que nombres como el de Luis Feito y el ya citado Tàpies son habituales en las casas de subastas; analizar la conversión en icono de una figura como Banksy, o pensar en el éxito del arte de procedencia oriental y sus características (Takashi Murakami, por ejemplo, es una buena muestra de ello...). artelista.com
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