Giuseppe Arcimboldo, pintor manierista italiano. Comenzó como diseñador de vidrieras y de tapices utilizados en la catedral de Milán. Arcimboldo se estableció en Praga en 1562, y después en Viena, donde trabajó como pintor en la corte de los Habsburgo. Volvió a Italia en 1587. Su pintura no tiene nada que ver con el superrealismo moderno, como se ha dicho, sino que se basa en el gusto por la alegoría, propio del Renacimiento, y en su afición por todo lo extravagante, propia del manierismo.
Las obras de Arcimboldo se componen, casi siempre, de distintos elementos relativos al concepto representado, agrupados ingeniosamente de manera que toman una figura humana. Naturalezas muertas, conjuntos de flores, frutas, animales, mariscos o peces, estructuran figuras simbólicas de los elementos o las estaciones. Las cuatro estaciones, El agua, El fuego, El bibliotecario y El jardinero son algunas de ellas. Muchas se encuentran en El Louvre de París, otras en Viena, en Bergamo, en Skokloster (Suecia), etc…
En su época el trabajo de Arcimboldo fue considerado curioso y popular, pero no adquirió el valor artístico que merecía. Y no fue así hasta que los surrealistas redescubrieron el juego visual. Salvador Dalí fue uno de los pintores que se inspiró en sus obras.
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